¿Cómo conoció el hombre las plantas curativas?. Tuvo que ser inevitable debido a la experimentación intensa que practicaba el hombre primitivo con las plantas.
Es posible que el hombre se haya llevado a la boca la mayoría de las plantas. Muchas eran inocuas, otras le enfermaban o mataban. Sin embargo,
algunas de ellas aliviaban síntomas de indisposición y enfermedad, y unas pocas, por medio de alucinaciones, le alejaban de su existencia mundana, transportándole a reinos de etérea maravilla. Las plantas de estas dos últimas categorías
se convirtieron en sus medicamentos.
Toda cultura tenía individuos dispuestos a beneficiarse de la credulidad de sus semejantes. En un periodo primitivo, el conocimiento de supuestas propiedades curativas y virtudes de las plantas se asociaron con ciertos individuos: los chamanes, alcanzaban altos puestos jerárquicos gracias a su conocimiento real de las hierbas curativas, y ejercitaban una forma de chantaje primitivo como resultado del miedo que inspiraban sus supuestos poderes.
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Los chamanes de otros tiempos |
Poco a poco, el ejemplo de plantas curativas quedó vinculado a la superstición y la magia, y por último, a la doctrina de la demonología. Esta doctrina explotó el concepto de que no se podía reponer la salud hasta que se expulsara el demonio que causaba la enfermedad. En consecuencia, lo que era malo para el demonio era bueno para el paciente. A menudo, cuanto más nauseabunda era la droga, más eficaz se consideraba. No es una simple coincidencia que las primeras plantas medicinales fueran drogas de acción directa (es decir eméticos, purgantes).
Sin embargo, en fechas muy tempranas, el hombre descubrió plantas con curiosos efectos psíquicos: los alucinógenos. Estos "supermedicamentos"--por lo general, instrumentos del chaman--
se convirtieron en sus medicinas por excelencia y le permitieron diagnosticar la causa y tratar el mal por medio de un contacto con lo sobrenatural.
Las sociedades primitivas crían en la curación por analogía. Una resina roja por ejemplo, significaba que la planta era buena para la sangre. Esta curiosa idea llegó a Europa a través de Grecia y Roma y en el medioevo, Paracelso la formuló como la teoría de las Signaturas. Todas las plantas, se creía, estaban en la tierra para beneficio del hombre. Creían que era una señal del creador. Una hoja con forma de corazón señalaba sus propiedades cardíacas; una hoja con forma de hígado era una señal de eficacia contra la ictericia.
Esta doctrina fue llevada a un extremo aún más absurdo por Porta, quién descubrió las "signaturas" más recónditas y asoció la botánica médica con la astrología.
Los conceptos modernos de las plantas curativas empezaron en Europa con la aparición de herbarios
en el siglo XVI, lo que dió lugar a la edición de inmensos volúmenes con falsa y verdadera información sobre las propiedades curativas de las plantas. El progreso fue lento y gradual, pero un buen porcentaje de nuestras actuales plantas medicinales datan de esa época, y , en muchos casos, de tiempos más lejanos y de sociedades más primitivas.
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En algunas zonas rurales, hay hombres y mujeres mantienen la tradición de recolectar hierbas medicinales.
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Con certeza, ningún botánico puede ofrecer un cálculo, siquiera aproximado, de las proporciones del Reino Vegetal. Las estimaciones contemporáneas varían entre doscientas cincuenta mil y medio millón de especies. Sea cual fuere la cifra aceptada, representa una asamblea muy numerosa y heterogénea de organismos -cada uno es distinto a los demás y cada uno constituye una distinta fábrica química.
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